16.7.15

Trabajo de la angustia

(Texto y fotos: Laura Muñoz)


Al luchar contra la angustia uno nunca produce serenidad. La lucha contra la angustia sólo produce nuevas formas de angustia
Simone Weil


Después de la retina, los desastres. Pasen y vean.






















































5.-Trabajo de la angustia

Al luchar contra la angustia uno nunca produce serenidad. La lucha contra la angustia sólo produce nuevas formas de angustia
Simone Weil

P.-¿Es necesario crear un bucle temporal o circunstancial de desastre alrededor del personaje para que el germen del mal brote y, sobre todo, se sienta? 

5.-Work of anguish
Q: Is it necessary to create a temporary or circumstantial loop of disaster around the character so that the evil appears, and over all, that the reader feels it?

Graziella Moreno: Depende de la historia, pero sí, pienso que es importante que el lector " sufra" por lo que le está pasando al personaje. 

José Luis Muñoz: El mal somos nosotros. Y el bien. La bestia sólo necesita una rendija para asomar el hocico. La Alemania del Holocausto que retrato en “El mal absoluto”. Los personajes “normales” pueden ser más peligrosos: mi Mike Demon de “La Frontera Sur”, un agente de seguros más venenoso que Fred Vargas, el poli mexicano acostumbrado a matar a sus oponentes y hacerlos trocitos literalmente. Mis novelas van de gente normal que tuerce su conducta, para causar esa sensación de desasosiego en el lector que se identifique con el protagonista y tenga miedo de torcerse como él. Un profesor de literatura apacible asesina, de repente, al sicario que contrata para matar a su amante adolescente en “Muerte por muerte”. Todos, en un momento determinado, podemos hacer el mal. Muchos se abstienen por el castigo. Otros por una moral inoculada. Pero cuando se levanta la veda (Alemania de Hitler, exYugoslavia, Ruanda de hutus y tutsis, Camboya de los kmer rojos) emerge el lobo que hay dentro. Tantos siglos de civilización no han conseguido ocultar el animal que llevamos dentro.

Carmen Moreno: El mal existe. No hay que crear demasiados bucles para exaltarlo, basta con sentarse y esperar. El mal aparecerá sin que lo llames.

María Inés Krimer: Arlt fue un maestro en cultivar el germen del mal. Más que por  sus personajes o por las circunstancias catastróficas que despliega en sus cuentos y novelas, logró convocarlo con un desvío del lenguaje, una extrañeza: Arlt escribe como un extranjero, como un recién llegado a la ciudad, como alguien que no entiende bien lo que pasa, que ve sesgado. Como paradoja, es la realidad la que toma la forma arltiana.

Empar Fernández: Es necesario un bucle circunstancial para que la tragedia se produzca. La tragedia no siempre está ligada al mal, posee algo de ese azar, de ese intangible que tantas veces hace que una vida salte por los aires y con ella las ilusiones y los sueños. La peor de las catàstrofes no siempre es el resultado de la planiificación. A veces es una cuestión de pura mala suerte.

Manuel Barea: Si te quieres ensañar con el personaje, pues sí. Si lo que buscas es mostrar una situación de desastre o incluso de injusticia, no creo que sea necesario un bucle, sino más bien unos cuantos desvíos hacia caminos que puedan ser igual de torcidos, todos cuesta abajo y sin frenos, pero igual no tan repetitivos. Los bucles, creo, una vez están bien, pero si entramos en ellos sin salir el mal que ahí brote quizá llegue a ser demasiado previsible.

Matías Castro: Vuelve a ser lo mismo de la pregunta 3. Si crear un bucle de desastre alrededor del personaje es indispensable para hacer brotar el mal, volvemos a la misma dupla de monstruos y víctimas. Sin duda, esa idea implica una forma de hacer creíble el origen del mal y, si se vuelve creíble, se puede sentir.

Juan Ramón Biedma: Es habitual crear ese torbellino temporal alrededor del personaje y reconozco que lo hago con frecuencia, pero no creo que sea imprescindible; de hecho, estoy experimentando con la posibilidad de crear tensión a partir de la calma. No hay que fiarse nunca de las personas que viven en paz.

Xuan Xosé Sánchez: Ye necesariu da-y al protagonista una trayectoria normal y coherente, n’ocasiones nesa trayectoria normal y coherente tán la ruina, el fracasu o la muerte.

Antonio Garrido: Lo necesario es crear conflictos que pongan a prueba la verdadera naturaleza del personaje, conflictos que exploren lo mejor y lo peor de su condición, y para ello han de construirse con inteligencia de forma que afecten a la debilidad más desconocida del personaje. Tan desconocida, que hasta el propio personaje la ignora. Esos conflictos han de ser crecientes en intensidad y emoción, y cuantos más salvajes y despiadados sean, mayor será la carga de respuesta del personaje, y de implicación y de emoción en el lector.

Alfonso Mateo-Sagasta: Como concluía el maestro Monteverde, lo peor del horror es cuando se convierte en cotidiano.

Mercedes Rosende: Prefiero escribir sobre el mal cotidiano, el de todos los días, el que se percibe como normal.

Fernando Nuño: Quizá prefiera el mal inesperado. El que germina el silencio. El que corroe. El que, a veces, es necesario explicar.

Pere Cervantes: Siento devoción por poner a mis personajes en situaciones límite, tanto a las víctimas como a los malvados. La angustia sí es en mis personajes uno de mis sellos. Lo hablaré con el terapeuta que todavía no tengo.

Guillermo Roz: La teoría de la escritura dice que el viajero debe enfrentarse a diferentes pruebas. La diferencia entre una ficción y otra es cómo el escritor muestra estas pruebas, estos desastres, o la circunstancia de conflicto que desata una trama: digamos, de manera explícita o viendo cómo una telaraña sutil y subrepticia va enredando los días de uno o más protagonistas. Yo, en general, soy un perfecto cabrón con mis personajes, se lo hago pasar bastante mal. Me gusta la literatura que denuncia la mala vida, las oscuridades, los desastres interiores, y en general elijo que primero se presienta en un clima sospechoso para que al final todo salte por el aire. Lo que no debe faltar, para que la historia cobre entidad, es que toda la desventura esté contrarrestada por un arranque de salvación, que todos llevamos adentro aún en medio de la peor calamidad. 

Cristina Higueras: Bueno, Ortega y Gasset diría que el hombre es el hombre y sus circunstancias. Nietzsche, que todo está más allá del bien y del mal. En muchos personajes de Mishima, el mal  existe sin justificación alguna. Personalmente creo que las tinieblas y la luz existen en cada persona y en cada personaje: puede surgir una u otra en distintas ocasiones, dominar una a la otra casi siempre o mantener el bien y el mal un perfecto equilibrio. En la protagonista de mi novela, conviven ambas sin que ella sea consciente. En realidad, en “El extraño del ayer” nadie es quien cree ser.

David Llorente: No creo que en la novela haya nada necesario. El escritor, por encima de todo, debe guiarse por la intuición.

James Carol: Winter hasn’t had an easy life. When he was eleven his father was arrested and this turned his world upside down. He spent the rest of his childhood moving from city to city with a mother who was battling alcoholism. I’m not looking for readers to feel sorry for him, but I hope they can empathise a little. After all, everyone faces challenges in their life. Empathising builds a connection for the reader; the more invested they are, the more they’re going to enjoy the books.

Irene X: En mi caso es inevitable crearlo porque ya suele estar creado. No puedo contestar a esta pregunta como otra persona. En mi caso el desastre existe y se cuenta. Y a medida que se cuenta se crea un bucle que lleva a una espiral que suele convertirse en círculo.

Francisco José Jurado: Sí. 
El desastre, al igual que el caos, es necesario. En eso estoy de acuerdo. De hecho, van de la mano en el inicio de mis novelas, y ya luego hay que proceder a la racional ordenación de ese caos para conjurar el desastre producido. Eso lo hará, como ya he explicado antes, un inspector de Homicidios y su equipo de subinspectores.   
Es muy recomendable el desastre. Máxime en el género negro, en tanto en cuanto el motor narrativo siempre es (o suele ser) un hecho delictual que nos sumerge de inmediato en el desastre, en la total ruptura de la normalidad.

José María García: El mal no necesita el desastre para manifestarse. El mal en la vida ya está de por sí sobrealimentado. La literatura lo refleja y recrea como puede.

Ignacio del Valle: Está claro que el conflicto es necesario, si no hay conflicto, no hay novela, sino vidas de santos. 

Arturo Maciá: Existe el mal porque existe el bien, y viceversa. Pero todo acto de bien o de mal tiene un origen. Los dramas personales son un frecuente punto de partida del mal, pero no son los únicos. Las relaciones personales, la debilidad y la perversión del ser, e incluso el azar pueden serlo. El mal se transmite con fluidez a través de las situaciones dramáticas, pero no es el único método para sentirlo. La descripción de las acciones del personaje (que no de las emociones), de una situación y/o de un entorno también es fundamental.

Jose Luis Miragaya: Me gustan los personajes víctimas. ¿Si un personaje víctima tiene un brote de maldad, es realmente maldad o es defensa propia?. En matemáticas si multiplicas menos por menos el resultado es positivo.

Marcelo Luján: No necesariamente. Algunos de los personajes más brillantes del género, son brillantes porque la coyuntura o el entorno no enseñan la negrura a primera vista. De todos modos, tengo para mí que donde haya pisado el ser humano más temprano que tarde brotará el mal.

Elia Barceló: En mi caso el mal, cuando lo uso, surge muchas veces sin ninguna explicación. Hay gente mala que actúa de modo maligno porque disfruta de hacer daño, o lo hace por una falta total de empatía. Claro que esa maldad tiene relación con las circunstancias en las que nació y se crió, pero también hay personas con unas terribles condiciones de partida que, sin embargo, no se han convertido en asesinos o torturadores. El mal está en los actos y en los pensamientos y sentimientos de los personajes y surgirá incluso en las circunstancias más positivas; no es necesario encerrarlo en un bucle de desastre. Alguien que hace el mal por naturaleza lo hará incluso estando de vacaciones en el trópico en un hotel de cinco estrellas, aunque sólo sea humillando a la camarera que le arregla la habitación.
Creo que no es necesario exagerar para que el mal se sienta. Lo que pasa es que muchas películas y muchas novelas “de serie” han acostumbrado al lector/espectador a que siempre haya más muertes, o de maneras más horribles para poder seguir siendo impactantes. A mí eso no me interesa ni como lectora ni como escritora.

Javier Hernández: No. Estamos en permanente estado de alerta. Irascibles, sensibles, no hace falta agitar demasiado nuestras vidas para que estallemos.

Noemí G. Sabugal: No. A veces, como hacían los románticos, lo externo puede servir de reflejo de lo interior y de esta forma el drama es completo. Por ejemplo, un personaje con un grave conflicto sobre el compromiso con los demás en medio de una guerra civil, como es el caso del inspector Fierro de mi novela Al acecho. En otras ocasiones, el mal resulta todavía más impactante cuando ocurre en un escenario de aparente normalidad, en una familia feliz y en una ciudad tranquila. Ese contraste crea una enorme conmoción y hay miles de ejemplos en la literatura. Plantear escenas como la de un guardia de un campo de concentración nazi que, después del horror del día, vuelve a su casa, cena, y juega con sus hijos, produce una impresión perturbadora. La idea de la banalidad del mal, tal y como la concibió Hannah Arendt, me resulta terrorífica.

Paco Gómez Escribano: Claro, tienen que haber unas circunstancias y un detonante para que el personaje construya la trama, unos mínimos elementos dramáticos, un querer y no poder, pero por lo menos intentarlo.

Selva Almada: No sé el germen del mal... pero creo que un personaje debe estar en un momento de vulnerabilidad para que la trama funcione... esa zozobra es la que hace que pueda moverse en distintas direcciones, hasta en las más inesperadas.

Santi Blasco: Suele ser lo normal, que un personaje se vuelva malote por tener un pasado de maltrato, de desgracias o de victimismo. Pero también puede haber personajes que se vuelvan oscuros y retorcidos por tener una vida fácil y aburrida. A mi no me ha pasado.

Loyds: Para nada, el mal puede brotar de cualquier parte, mismo del resentimiento frente a un momento feliz y perfecto, lo cual puede resultar mucho más sorprendente e imprevisible.

Jorge Yaco: No lo se. La propia vida, las historias del baúl a las que acudo tienen su propia carga…

Luis García Jambrina: Como ya he insinuado antes, yo creo en eso que llaman la banalidad del mal. Con ello quiero decir que el mal es algo ordinario y cotidiano, no monstruoso ni extraordinario. El mal está en la vida diaria; entre los pucheros, como diría Teresa de Jesús. Agazapado en una esquina, escondido en un armario, esperando el momento de salir y contaminarlo todo. El mal, por lo general, no da la cara, sino que, con frecuencia, se disfraza de bien. 

Tatiana Goransky: A veces, el desastre es el personaje mismo. Una bomba construida artesanalmente. Y, el escenario, un bello lugar sin alteraciones, tranquilo, equilibrado. Otras veces sí, se puede trabajar alrededor del personaje, convirtiéndolo en una víctima del contexto. Yo creo que el mal siempre encuentra su camino, esa es una de las características del mal. Lo digo y lo lamento.

Rodolfo Santullo: Necesario no creo, útil y muy aprovechable, sin duda que sí.

Félix G. Modroño: Me interesa más ese tipo de personajes en apariencia normales que estallan ante situaciones límite que aquellos malos por naturaleza. En uno u otro caso, el escritor está obligado a contar con coherencia esos hechos extraordinarios que transformar la conducta de una persona normal, así como profundizar en su psicología.

Juana Salabert: No es necesario nada preciso, la situación de cada personaje es única y concreta y difiere del resto. No se deben, a mi juicio, partir de esquemas preconcebidos porque cada obra es un mundo en sí. Y no hay “fórmulas".

David Barreiro: Vivimos en el desastre permanente, no es necesario enfatizarlo. La vida es desastrosa, chapucera, como decía Eloy Tizón en su Velocidad de los jardines. El mal anida en el bien casi siempre.

Alexis Ravelo: Decía Vonnegut: "Sé sádico. Haz que a tus personajes les ocurran cosas horribles. Para que el lector sepa de qué pasta están hechos". Sigo esa norma a rajatabla. El mal no brota espontáneamente: en realidad, siempre está ahí; los acontecimientos de una novela lo único que hacen es mostrarlo.  

Santiago Álvarez: Como en la vida, creo que se descubre de que estamos realmente hechos y quienes somos cuando se nos coloca bajo circunstancias adversas. De la misma manera, la ficción busca estos lugares de angustia donde los personajes revela la sombra que bulle en su interior, luchan con ella y sucumben o salen fortalecidos. Por otro lado, el público adora la tragedia y la angustia que genera.

Jordi Llobregat: Esa es una reflexión muy interesante. Mi teoría es que todos somos capaces del inferir grandes dosis de maldad a nuestros actos, lo que nos diferencia de aquellos que son personas realmente "malvadas" de las que no, es producto de las circunstancias. Quizás tan sólo de un hecho único y sencillo. Es tan increíble, que hace muy necesario justificar esa actuación/conversión al Mal aunque no necesariamente por medio del desastre.